Ángel Rama: mirada crítica a la
polémica entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.
Resumen:
El presente
artículo presenta el análisis crítico literario que gracias a los aportes de
Ángel Rama se puede realizar a la polémica intelectual sobre el compromiso
político y social del escritor latinoamericano, la cual fue avivada por dos
grandes escritores de las letras de América Latina.
La participación de los escritores en los diversos problemas de
su entorno social llegan a tener mucha más influencia que la del ciudadano
común. En efecto, éstos alcanzan en relación con la popularidad que el público
ha hecho a sus obras literarias, de un prestigioso reconocimiento para sus
posiciones políticas y sociales ante la opinión pública.
Rescatando algunas de las posiciones que los
escritores de la generación de los sesenta (siglo XX) dejaron para la crítica
literaria, hallamos a dos grandes representantes de la literatura
latinoamericana: Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Alrededor de estos
dos autores se entreteje una polémica que muestra las diferentes preocupaciones
que existían en aquel momento para los hombres
de letras latinoamericanos.
Al comenzar hablar de una polémica en campo
literario, debemos partir diciendo que esta ha sido una de las formas
expresivas más importantes para los escritores de toda América Latina. El
crítico uruguayo Ángel Rama, quien vivió y estuvo al tanto de todo lo que
acontecía en la literatura latinoamericana hasta el año 1983[1], dio
una explicación del por qué esos discursos controversiales comenzaron a
florecer en gran cantidad desde la década de los sesenta.
...la
superposición, en un mismo tiempo y lugar, de diferentes expresiones literarias
que pueden tener dos comportamientos extremos en lo que hace a su mutua
relación: o guardan escasa vinculación y se despliegan paralelamente, sin
llegar a colidir en apariencia, o son capaces de enfrentamientos que se
traducen en polémicas cuyo punto de conflagración versa sobre 'la naturaleza de
la literatura' y sobre su 'funcionalidad'” (Rama, Rocca & Pérez, 2006:130).
El punto de vista de Ángel Rama permite descubrir
que ciertos acontecimientos se estaban llevando a cabo en la cultura que existe
en esta parte del mundo durante aquel instante, y, que sin duda alguna, tenían
una vinculación directa con aquellos discursos polémicos que estaban germinando.
Hay que recordar que la década de los sesenta estuvo
marcada por una gran aparición de literaturas nacionales, donde el género
novela se impuso ante poesía y el ensayo que venían cultivando los modernistas.
“De aquí surge la generación de los novelistas regionalistas que fundaron la
novela hispanoamericana del siglo XX y a quienes se debió el primer éxito
internacional que conoció la narrativa continental… (Rama & Vargas,
1972:62). Es inevitable mencionar que ese éxito fue llamado el “Boom”, y de
allí escritores como Vargas Llosa y García Márquez lograrán su fama, la cual ya
no estuvo encasillada dentro fronteras nacionalistas ni mecho menos
continentales, de acuerdo a una lengua común o cultura en particular; más bien
se dio –como dice Rama–a un nivel internacional, pues sus obras comenzaron a
ser traducidas a diferentes idiomas por las empresas editoriales que promovieron
y supieron aprovechar la acogida que el público lector le dio a los escritos.
Ahora bien, en relación con el “Boom” es necesario
también tener en cuenta que los novelistas comenzaron a dejar de estar
dispersos e incomunicados unos de otros. Es importante destacar que a partir de
esos años había unas influencias culturales semejantes para todos ellos, por
ejemplo, la que produjo el filósofo y escritor Jean Paul Sartre con su libro
¿Qué es la literatura? (1947). Con este texto tomo gran impulso la idea de que
la literatura tenía un compromiso con su entorno y las palabras no sólo tenían
el poder sino el deber de contribuir al cambio y mejoramiento de la sociedad. Tanto
García Márquez como Vargas Llosa siempre fueron conscientes de esta forma de
valoración artística, donde ya no solamente se prestaba atención exclusiva a la
parte estilística de las obras literarias.
Partiendo de estas dos circunstancias, Vargas Llosa
y García Márquez, vendrán a polemizar sobre el “compromiso político y social
del escritor”. A pesar de la divergencia de ideas entre los dos autores acerca
de ese “compromiso”, se descubre la tendencia en la literatura de ambos de darle
gran importancia al impacto que podían causar con sus escritos en la sociedad. La
verdad es para ese entonces los escritores establecieron un contacto muy
cercano con la Revolución Cubana de los años 60’, cuyas ideas progresistas igualmente
los llevó a entrar en un contacto muy cercano junto con otros hombres de letras
e intelectuales del momento, a quienes se unirán para tomar conciencia de la
crisis política y social que vivían en hermandad de condiciones los pueblos de
América Latina. Pero conviene subrayar que de esas conexiones y toma de
conciencia, los escritores comenzarán a preguntarse por el papel que cumplen
socialmente, y por la función de la literatura.
Teniendo en cuenta el “compromiso social” según Vargas
Llosa y García Márquez la literatura tendrá un tinte subversivo, pues “…siempre,
en la buena literatura, encuentro la tendencia a destruir lo establecido, lo ya
impuesto y a contribuir a la creación de nuevas formas de vida, de nuevas
sociedades; en fin, a mejorar la vida de los hombres” (García & Vargas,
1968:8). Sin duda, hay aquí un convenio y compartir de ideas entre los escritores,
pues aquel planteamiento contribuye a presentar sus escritos como críticas históricas
de sus sociedades. Ángel Rama aclara esa naciente inclinación de los literatos
en criticar la realidad cuando advierte:
“Creo
que nada es más pernicioso para un novelista que la convicción de que la verdad
objetiva a que debe aspirar, el dominio del mundo real que es condición de su
creación mayor, debe hacerse utilizando el repertorio de los llamados temas
importantes, en especial por los críticos. Aparece así la convicción de que la
expoliación de los hombres en las bananeras es, de por sí, un tema importante, mientras que no lo es una
historia de amor suburbano, por cuanto ésta revertiría a la subjetividad y la
otra a la objetividad. El error está simplemente en el criterio valorativo de
los asuntos, dado que en ambos el fenómeno de la objetivación y del
apropiamiento del mundo se puede producir de igual manera.” (Rama, 1982:53).
Desde esta perspectiva el “compromiso social” logra
hacer que las obras literarias obtengan, o mejor se les aprecie una identidad,
pues pasa a defenderse la posición de que ellas ya no son el simple resultado
de una mimesis de lo europeo, sino más bien, manifestaciones culturales de todo
lo que tienen los pueblos latinoamericanos por mostrar; además, se valora
también como muchas novelas tienden “a la utilización del habla espontánea y
popular” (Rama, 1983:36), lo cual advierte del acercamiento que los escritores han hecho a los personajes-individuos de sus
entornos, ya sean bolivianos, cubanos, peruanos, etc. De acuerdo a Rama, los
escritores procedentes de a la clase media burguesa, pertenecían a élites
culturales que supieron como verdaderos “transculturadores”, crear obras
literarias respondiendo “…al torrente inventivo de la cultura de una comunidad
–en sintonía con una capacidad para– organizar, contener, aprovechar, el
impulso creativo dentro del cual [éste] navega…” (Rama, 1983:15).
Sin embargo, literatos como Vargas Llosa y García
Márquez se dan cuenta que al abordar y criticar el mundo real lo pueden
falsear. Este planteamiento surge a raíz de que para esos años juntos autores
llevaban un tiempo viviendo fuera de sus propias naciones y la opinión pública
de aquel entonces cuestionaba si ese alejamiento, “si la distancia, si la
ausencia, no malogra sus perspectivas, no los llevan, de una manera
inconsciente por supuesto, a falsear su propia realidad” (García & Vargas,
1968:34). Esta problemática para García Márquez estará resuelta, ya que él, a
pesar del alejamiento, declara tener constantes vínculos con Colombia, a través
de diarios e informaciones de familiares y amigos. No obstante, vale advertir
que esta misma cuestión la vendrán a retomar un año después Julio Cortázar y
José Arguedas, para quienes el asunto se torna ahora sí polémico, puesto que
para Arguedas el distanciamiento si hace que el escritor falsee la realidad. En
definitiva, el asunto aún es bastante controvertido y hace sospechar que
nuestros dos polemistas: Vargas Llosa y García Márquez resolvieran rápidamente
el asunto por conveniencia, pues vale insistir que para ese entonces estaban viviendo
fuera de sus países de origen.
Por parte para Vargas Llosa la probabilidad de que
haya falseamiento de la realidad tiene que ver más con una actitud inconsciente
del escritor. Ya que este al momento de crear sus escritos esta sujeto a
ciertas obsesiones o demonios, los cuales están por encima de las convicciones
del escritor. Ángel Rama quién cuestiona estos planteamientos dará aportes para
comprender la posición del escritor peruano, advirtiendo que Vargas Llosa
fundamenta sus ideas desde el “campo de la sicología” (Rama & Vargas,
1973:33); actualmente sabemos que la sicología tuvo un gran auge en aquel
tiempo, tal como lo viene a corroborar el mismo peruano cuando explicaba “…la
sociología, la historia, el psicoanálisis, la lingüística, la antropología y
otras disciplinas concurren para mostrar qué se puede saber hoy de un hombre…(Rama
& Vargas, 1973:17).
Para Vargas Llosa el asunto de la inconciencia y los
demonios del escritor hay que tenerlos presente al momento de abordar también el
“compromiso político” del escritor. En efecto, aparecerá el texto polémico “Literatura en la revolución y revolución en
la literatura” (1970), donde se abordará el asunto acerca de la militancia
política que el escritor vinculado con la Revolución Cubana debía asumir. Óscar
Collazos, entra a polemizar contra Julio Cortázar y Vargas Llosa, expresando
estar de acuerdo con que las obras literarias mostrarán y defendieran la
ideología socialista a la cual estaba inscrito el escritor. No obstante, Vargas
Llosa en consonancia con Julio Cortázar refutara esa posición:
“…
¿es posible y deseable que haya una identidad total entre la obra creadora de
un escritor y su ideología y moral personales? A Collazos lo deprime
sobremanera comprobar que, en muchos casos, hay un divorcio flagrante entre los
valores implícitos en un obra literaria y los
valores (o <<desvalores>>) que objetivamente manifiesta un
autor en su conducta social o política. El quisiera eliminar esa dicotomía y
ambiciona la
<<integralidad>>, es decir, la perfecta correspondencia entre
acción individual y creación artística, el ajuste coherente ente la vida y la
obra del escritor” (Collazos, Cortázar & Vargas, 1970:81).
Con esta otra observación a Collazos se lo percibe comprendiendo,
finalmente, que no todos sus otros colegas comparten sus mismas intenciones, y
lo demostrará de esa manera cuando se vale de una cita del escritor Jorge Luis
Borges para fundamentar su postura: “<<Quienes dicen que el arte no debe
propagar doctrinas suelen referirse a doctrinas contrarias a las suyas>>”
(Collazos et al., 1970:94). En todo caso, es necesario destacar que la polémica
que instaura Collazos tendrá una vigencia total un año después. Ciertamente, en
el año 1971 estalla el polémico “caso Padilla” que tiene de trasfondo todo lo
relacionado con el “compromiso político del escritor”.
Cabe recordar que dicho “caso” germina luego del
‘intercambio de ideas’ amistoso entre Vargas Llosa y García Márquez en Lima,
Perú en 1967. La polémica surge a raíz de la publicación del libro de poemas “Fuera de juego”, del escritor cubano
Heberto Padilla en el año 1968. En aquella publicación se manifiesta una
crítica a la Revolución socialista promovida por Fidel Castro, que lleva al
poeta a ser encarcelado; esa medida del Gobierno cubano contra el poeta produce
una manifestación cultural de escritores latinoamericanos e intelectuales de
todo el mundo, rechazando la coerción a los escritores. El polémico suceso
termina con la liberación del poeta, y con una autocrítica por parte del mismo,
cuya publicación genera aún más controversia, especialmente, entre quienes
defendieron a Padilla, tal como lo hizo Mario Vargas Llosa a diferencia de
Gabriel García Márquez que mantuvo en cierto suspenso su postura.
El poeta Heberto Padilla, con la “autocrítica” que
luego hizo a su propio libro de poemas ‘Fuera
de juego’, hace pensar que Vargas Llosa tenía toda la razón sobre las
obsesiones o demonios que dominan en todo escritor, y que probablemente le hicieron
decir lo que no pretendía decir contra la Revolución Cubana; no obstante,
siempre existirán quienes digan y traten de comprobar que esa “autocrítica” fue
producida mediante acciones opresivas e intimidatorias al poeta cubano.
Era evidente que durante la Revolución Cubana
concebía que el arte no solamente debía sino también tenía que ir en apoyo de
las propuestas del movimiento izquierdista, o como lo apuntaba Carlos Fuentes:
“la palabra no debía ser enemiga en el socialismo” (Fuentes, 1974:92).
Antes de seguir adelante, importa dejar constancia de
que la critica literaria Marcela Croce, en su libro “Polémicas intelectuales en América Latina” (2006), pondrá a Vargas
Llosa y García Márquez como principales participantes dentro del polémico “caso
Padilla”, también deja percibir que a partir de ese acontecimiento vendrán
gestándose los motivos o razones de la enemistad entre nuestros dos polemistas,
ya que desde aquel momento el “compromiso político” de Vargas Llosa fue en
contra de la Revolución socialista, mientras que García Márquez sigue con la
causa cubana. Esa separación se da totalmente con el puñetazo que Vargas Llosa
le da al escritor colombiano en el año 1976, en México, es decir, cinco años
después.
Después de todo este largo rodeo, Ángel Rama de nuevo vendrá a explicar por qué se da ese
“compromiso político” en el escritor y que implicaciones tiene para su
literatura. Rama describe en su libro “La
ciudad letrada”, que siempre ha existido una tendencia en buscar el
servicio y la alianza de los letrados que brindan respaldo a los poderosos. Por
eso, –expresa–: “…hubo una ciudad letrada que componía el anillo protector del
poder y el ejecutor de sus órdenes” (Rama, 1998:32). En efecto, se muestra como
los escritores han venido independizándose de otros campos o profesiones, cuya
practica se daba estrictamente de manera obligada porque su arte no tenia la
dignidad suficiente para darles con que vivir. De aquí que Rama venga a
destacar que el arte de escribir literatura desde la década de los sesenta, se
evaluará más por la acogida que el escritor poco a poco logre de sus obras en
el público lector, lo cual requirió de una gran profesionalización del escritor
para poder recibir así una remuneración. En palabras propias de Rama falta entender
también que:
Junto
a esta transformación que lleva del narrador aficionado al profesional, se
produce otra que la duplica y la refuerza, por la cual el narrador artista se
vio sustituido o contrabalanceado por el narrador intelectual. Ese cambio es buen
indicador de las exigencias que venía presentando la época y que por lo tanto
no sólo se ejercieron sobre el escritor (Rama, 1981:102).
De acuerdo a Rama hay que tener bien entendido que
el escritor “elabora conscientemente un objeto intelectual –la obra literaria–
respondiendo a una demanda de la sociedad o de cualquier sector que esté
necesitado no sólo de disidencias sino de interpretaciones de la realidad”
(Rama & Vargas, 1972:10). Para Rama el escritor siendo intelectual tendrá
un conjunto de valores e ideologías por mostrar, por eso propone que el “compromiso
político del escritor” se da comprendiendo la existencia de “las filosofías en
la novela”, y sustenta su propuesta afirmando: “No hay creación de arte que
explícita o implícitamente no postule una determinada filosofía, pero al mismo
tiempo, como la historia ha demostrado, cualquier filosofía ha posibilitado la
creación estética” (Rama, 1982:56).
Según García Márquez todo intelectual siempre está
vinculado a una corriente política, gracias, más que todo, a la “formación
ideológica” que éste, al igual que toda persona tiene (García & Vargas,
1968:9); sin embargo, observemos cómo, de acuerdo a los aportes de Ángel Rama,
se viene a tener en cuenta que no siempre han existido las mismas filosofías
influyentes en todas las épocas y en todos los lugares, por ello, esa formación
ideológica del escritor históricamente no siempre ha sido la misma:
…la
historia de la cultura muestra algo: que las obras [literarias] que sobreviven
más tenazmente al oleaje del tiempo son aquellas en las cuales se nos devela la
naturaleza humana en una determinada circunstancia histórica que es, por lo
mismo, circunstancia de una realidad concreta que <<manifiesta>> al
hombre (Rama, 1982:58).
Desde la perspectiva de Rama se observa que tanto
Mario Vargas Llosa como Gabriel García Márquez, estuvieron, principalmente,
influenciados por las corrientes filosóficas de su tiempo, las cuales,
tendieron o estuvieron muy arraigadas hacia el campo político. Por ello, la
filosofía más destaca de la década de los sesenta, sin lugar a dudas, fue la
marxista, o mejor, la encumbrada por Karl Marx, a cuyo pensamiento filosófico
se sabe incorporar el comunismo, pero para el caso Latinoamericano (con la
Revolución Cubana) será más sobresaliente el socialismo que durante dicha
década será visto como una doctrina económico o política y que según Ángel Rama
hacía parte de las “filosofías progresistas” del momento (Rama, 1982:62).
Hasta aquí se puede ver cómo la historia de la
literatura Latinoamericana descubre que la profesión de escritor ha estado
entretejida por diferentes problemáticas, las cuales los mismos literatos a
través de los discursos polémicos han estado tratando de aclarar, a saber es el
caso sobre el “compromiso político y social del escritor” con la sociedad. Para
entender un poco mejor la importancia de este tipo de ‘discursos
intelectuales’, pasamos a abordar a dos críticas literarias que nos profundizan
en el asunto:
En un primer momento encontramos a la critica
literaria Marcela Croce, quien apunta
que una polémica es “un género belicoso que persigue efectos inmediatos”
(Croce, 2006, p.7), este género surge del enfrentamiento verbal de dos o más
autores (que serían intelectuales reconocidos) que defienden sus posiciones
creyendo cada uno tener la verdad, o por lo menos, más verdad que el otro, por
ello se percibe que dentro de las polémicas existe una obstinación en rechazar
la posición del otro, además también porque como lo indica Croce hay una
“incomprensión mutua” (Croce, 2006, p.9) entre los opositores, pues para que
haya polémica dice la autora: “hay que entender mal”. Sin embargo, advierte
Croce que esos malentendidos e incomprensiones se vuelven en ingredientes
necesarios para que exista o surja una ‘polémica’, y de esta manera, haya una
contribución a la búsqueda de la verdad sobre un determinado tema.
Bajo la influencia de Croce, localizamos también otra
autora argentina: Miriam N. Di Gerónimo (2011), quien consideramos desarrolla
una visión más amplia de lo que es una ‘polémica’. Esta autora postula que la polémica también
es una “Red de constelaciones y relaciones” (pág. 193), y ejemplifica su
posición con la reconocida polémica entre Julio Cortázar y Arguedas en 1968. De
esta manera Di Gerónimo da a conocer a semejanza de Croce otros ingredientes
indispensables que están presentes en una ‘polémica’, y son los siguientes:
Ø Cuando se hace referencia a las “creaciones de
redes”, Di Gerónimo vislumbra que la polémica entre Cortázar-Arguedas (y Vargas
Llosa), se vincula con el entonces apenas emergente fenómeno del Boom, en ese
sentido nuestros dos polemistas Vargas Llosa y García Márquez también tocan temas
que se conectarán y ampliaran aún más dentro de dicho fenómeno.
Ø También conforme a la “creación de redes”, se señala
los alcances e implicaciones que tienen esos intercambios de ideas entre los
polemistas para otros individuos, entonces esa “red” se evidencia en la
difusión y acogida entre los lectores (otros críticos) de esas ideas, las
cuales se dieron a conocer especialmente por medio de las revistas como
principal medio de difusión de la época. Aquí podemos destacar que la polémica
sobre el “compromiso político y social del escritor” puede ser conocida a
través del texto: “La novela en América
Latina: Diálogo” (1968).
Ø Así mismo, se dice que esas “redes” también
“estructuran y producen” unos microclimas. Entonces en el caso de la polémica
entre Vargas Llosa y García Márquez, lo que la estructura es un microclima
político-literario y la que la produce es “la revolución cubana de 1959”. Sin
lugar a dudas, esto se puede evidenciar cuando se tiene en cuenta que durante
los años 60’ ambos autores estuvieron o formaron parte de los intelectuales
allegados a la ideología socialista de dicha Revolución.
Ø Por último, las “redes” generan o crean una
constelación, que se comprende en el sentido de ver como una polémica unifica a
varios individuos o textos en torno a una problemática por debatir, es decir,
crea un conjunto armonioso de intelectuales que buscan la verdad concerniente a
un tema. Este punto lo podemos advertir, examinando que tanto Vargas Llosa como
García Márquez participaron directa o indirectamente de otras polémicas
intelectuales, por ejemplo: en “Literatura en la revolución y revolución en la
literatura”; al igual, que en la polémica entre Arguedas y Cortázar.
La rápida digresión que hemos llevado a cabo sobre
lo qué es una ‘polémica” en el campo de las letras, permite mostrar las
conexiones o relaciones que existen entre estos tipos de “discursos”
intelectuales con las diferentes esferas de la realidad, puesto que las polémicas,
en definitiva, tienden a influir y dar contribuciones para la compresión de la
literatura y, para el desarrollo de la crítica literaria desde campo cultural.
Referencias
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Ó., Cortázar, J. & Vargas, Ll. M. (1970). Literatura en la Revolución y Revolución en la literatura. México:
siglo XXI.
Croce,
M. (comp.). (2006). Polémicas
intelectuales en América Latina: Del “meridiano intelectual” al caso Padilla
(1927-1971). Buenos Aires: Ediciones Simurg.
Di
Gerónimo, M. N. (2011) “Redes y constelaciones: perspectivas en torno a las
polémicas intelectuales en América Latina”, en Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y
Portugal [en línea], año 2011, vol. 12, núm. 14, pp.193-201, Disponible en: http://www.reda-lyc.org/pdf/1817/181721529010.pdf,
ISSN: 1515-6125, recuperado: 1 de Octubre de 2013.
Fuentes,
C. (1974). La nueva novela
hispanoamericana. México: Editorial Joaquín Mortiz, S.A.
García,
M. G. & Vargas, Ll. M. (1968). La novela en América Latina: Diálogo.
Perú: Ediciones Carlos Milla Batres.
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(1982). Diez problemas para el novelista
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Rama, Á., Rocca,
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Literatura, cultura, sociedad en América Latina. Uruguay: Ediciones Trilce.
Sartre, J.P. (1969) “¿Qué es la Literatura?” (5a. ed.). (trad.). Buenos
Aires: Losada S.A.
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